Numerosos inquilinos convierten a las estrellas de mar en su hogar permanente. Normalmente cambian su color para adaptarlo al de su anfitriona y así pasar desapercibidos.
Algunos son auténticos parásitos como la pequeña conchita, Thyca crystallina, que vive en las estrellas Linckia multifora y Linckia laevigata (en la foto). Inserta su probóscide en la estrella y succiona los fluidos y tejido de la estrella
Otros, como la gambita Periclemes soror, se alimenta de los detritos de la estrella y las pequeñas partículas que se adhieren a la misma desde el fondo, por lo que no le produce ningún daño. Ante cualquier amenaza, se esconderá en la parte inferior de la estrella, consolidándose así su mutua alianza.
Escrito por Aurelia Artolachipi
Foto: Manuel Campillo
Diciembre +info