En el panorama de formas y colores de los habitantes de los arrecifes, corresponde un puesto de honor a los peces cofre, llamados así por estar totalmente cubiertos por una coraza rígida que protege sus cuerpos. De esta especial carrocería ósea sólo sobresalen los ojos, las aberturas branquiales, el pedúnculo caudal, las aletas y la boca, que parece la emisora de un beso permanente.
Son venenosos, como anuncia sus fuertes y llamativos colores que podemos ver en este minúsculo dado amarillo con lunares negros que no es más que el bebé de ostraciun cubicus que en su fase adulta será más alargado y tendrá diferentes colores y librea.
Escrito por Aurelia Artolachipi
Foto: Manuel Campillo
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