Cuenta la leyenda que las sirenas, seres mitológicos con cuerpo de mujer y cola de pez, atraían a los barcos con sus sensuales cantos. Estas sirenas no eran otra cosa que los manatíes, unos simpáticos y sociables mamíferos marinos que la mente calenturienta de hombres embarcados por periodos muy prolongados, convertía en hermosas mujeres, sobre todo a la hora de relatar sus aventuras de allende los mares.
Los manatíes se comuniquen entre sí a través de sonidos que recuerdan un canto melodioso. Cuando se aparean lo hacen abrazándose mutuamente en posición vertical. Atienden a sus pequeños con infinita dulzura ciñéndolos contra el pecho para amamantarlos con unas protuberantes mamas que recuerdan a las de las mujeres y no temen para nada el contacto humano. Todo lo cual no hizo más que favorecer el crecimiento del mito.
Escrito por Aurelia Artolachipi
Foto: Manuel Campillo
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