Inconfundible por su aspecto y color, es el único representante de este género en el Mediterráneo.
La hembra siempre más grande que el macho en los crustáceos, acaba de realizar la muda de su colorido traje de lunares y huye despavorida ante el acoso del macho, pequeñito pero matón, que no ha podido resistir el estímulo de semejante “striptease” y es que estamos en primavera que como dice el refrán....¡la sangre altera!.
Escrito por Aurelia Artolachipi
Foto: Manuel Campillo
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