Es mucho más difícil ser agredido por un tiburón que ser picado por una avispa, alcanzado por un rayo o embestido por un coche. A pesar de esto no debemos olvidar que es el mayor depredador de los mares y nunca infravalorar la peligrosidad de algunas especies.
Ante la cámara por un lado un tiburón coralino, carcharhinus perezi, normalmente indiferente con el buceador pero al que hay que acercarse con más cautela ante la presencia de cebos en el agua. Junto a él, un tiburón tigre, galeocerdo cuvier, muy inteligente y el segundo más peligroso para el hombre, que puede alcanzar más de 7 metros de longitud y que debe su nombre a las características estrías en los lomos de los jóvenes como el de la foto y que se suelen perder en la edad adulta.
Escrito por Aurelia Artolachipi
Foto: Manuel Campillo
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